domingo, 24 de noviembre de 2013



SUEÑO DE UNA LOCURA           



Y de pronto, mi cuerpo  estaba tornado en rojo, sin saber qué hacer, como si hubiese despertado de un largo transe, agotado, lágrimas  mojaban mi rostro que al tratar limpiarlas, descubría esas gotas que de mis dedos  que caían una por una, de nuevo ese color rojo; no podía explicar lo que veía en ese momento, nada tenía sentido.

De nuevo gritos aturden mi cabeza mientras mi despertador suena, mi mujer quiere que me levante y haga mis deberes, estoy harto de todo; tener que trabajar demasiadas horas y no recibir un pago justo, mantener a mis hijos, un varón y una jovencita, tanto sacrificio que termina en muy poco resultado, dinero que ni siquiera alcanza para una vida digna.

Con sueño todavía, estoy en el trabajo, una agencia de viajes para ser exactos, sonreír, poner cara bonita y siempre fingir buen humor, claro es mi trabajo porque siempre estoy en contacto con personas,  el cliente es lo primordial; ¿Qué hay de mí? Acaso no valgo, no me siento a gusto, el estrés me mata por dentro y no veo la hora de salir e ir a casa, sólo quiero descansar. No quiero saber de nada ni nadie.

Mis hijos lloran del otro lado de la habitación, la puerta cruje como si fuera a romperse, detrás de ella dos personas tocan, no  alcanzo a distinguirlas. Me incorporo y corro hacia mis hijos, están en  una esquina de la habitación, su mirada llena de lágrimas, al verme su cara cambio a terror seguido de unos gritos aterradores, ¿Qué sucede?, no puedo explicarme todo esto, no quieren acercarse a mí, cada paso que daba incrementaba sus gritos, ambos temblaban como si el clima estuviese a varios grados bajo cero. Al ver semejantes escenas, mis piernas no pudieron más, un frio entró por mi cuerpo  derrumbándome por completo, tirado en el suelo, sin sentir mis piernas, estaba en shock. Lo único que  quiero es que la pesadilla acabe, es todo.

Sentado en el aparador, a lo lejos un hombre cruzó la puerta de aquella agencia y se acercó a mí, comenzó a hacerme muchas preguntas, a las que no tenía absolutamente ninguna respuesta; seguía preguntando sin respuesta de mi parte, eso causo el enojo en aquel cliente el cual fue a poner una queja en mi contra y a su vez atendido por otro  trabajador. Sabía que eso me traería problemas con el jefe, pero ya no importaba, al cabo de todo, no me sentía  bien.

De pronto la secretaria se acercó a mí diciéndome que el jefe quería verme en su oficina a la brevedad, ¿iba recibir gritos y quejas? ¿Qué  de malo tenía mi comportamiento? Estoy harto y nadie lo entiende; aun así fui a ver  al jefe. El discurso  era demasiado aburrido que ni siquiera le preste atención, no hasta que escuché un “estas despedido, no hay más para ti”. ¿Qué está pasando? ¿Despedido? ¿Qué pasará con mis hijos? Mis manos comenzaron a sudar, mi temperatura corporal se elevó a tal grado de enrojecer mi piel, esto no podía estar pasando.

Aquel hombre había perdido  por completo el control de si, ya no era la misma persona, una completamente diferente, controlada por el enojo, la furia, los sentimientos y la desesperación de una vida tan vacía.  Tomó la silla y de una manera brusca y  rápida  golpeo a su jefe que cayó enseguida, tal vez inconsciente, no se movía. Toda la gente horrorizada observaba  el acontecimiento de aquel hombre enfermo que sin aparente razón reaccionó de esa manera.
Salió corriendo hasta perderse en la lejanía de la ciudad, perdido en la selva de concreto que lo asechaba  camino a casa.

Se lo merecía, maldito bastardo. ¿Cómo se atrevió a quitarme mi trabajo? Lo único que quiero es llegar a casa, descansar para que todo esto pase, saldré adelante; lo sé.

En cuanto llegué a casa, mi mujer estaba  esperándome en el sillón, un poco angustiada, se le notaba quizá preocupada  y aterrada, una combinación de ambas; me obligo a sentarme junto a ella, seguramente me daría un sermón de cómo ser mejor familia, para no crear más problemas, me senté. Comenzó a decirme si me sentía bien hoy, qué si todo estaba tranquilo conmigo, esto no iba bien; contesté que sí. No quería averiguar nada, solo que todo acabara, decidí ponerme en pie y largarme a mi cuarto cuando en eso, con lágrimas en los ojos mi esposa interrumpió, le habían llamado de la empresa contándole lo  sucedido, dijo que  no  creyó todo lo que le dijeron al teléfono, sus ojos ya rojos y llenos de lágrimas repetían “¿qué es lo que te sucede, éste no eres tú?, no puedo continuar así y si es cierto todo, mis hijos no pueden convivir con alguien así”…..

Toda esta situación llenaba aún más con desesperación a aquel hombre que acababa de cometer  una atrocidad, se tomaba el rostro con las manos dando vueltas de un lado a otro de la sala, escuchando  todos los sollozos de  su mujer; él creía ser un buen hombre y que de pronto todo el mundo se volviera en su contra, lo desquiciaba por completo.

Sin decir una palabra, tomó a su esposa por el cabello y con una bofetada dejó callada a la pobre mujer; la mirada de él, perdida, sin rumbo, irreconocible. Eso no era todo, aun con el cabello en sus manos, se dispuso a jalarla, solamente del cabello, con una fuerza  bruta que causó los gritos de su esposa, mismos que alertaron a los niños que aterrados desde el pasillo, veían como su padre violentamente arrastraba a su madre rumbo a la cocina. Allí mismo prosiguió  a  patear   y  golpearla gritando con fuerza “Tú, mi esposa, también se ha vuelto contra mí. Todo lo que he hecho es tratar de darles una buena vida, y me sales con esto”. La madre, ya de tanto sufrimiento y dolor causado por la persona quien  juro amarla para toda la vida, dijo a sus hijos que se escondieran y no salieran para nada; ella temía por sus vidas de aquel individuo preso de la locura.

No podía parar,  inconsciente, sin capacidad de reacción, en un abrir y cerrar de ojos, ya en mis manos estaba un cuchillo con el que había apuñalado más de una vez a la mujer, la madre de mis hijos. El piso se pintó de rojo al igual que mi rostro, era la sangre, prueba de mi crimen. Tanta fuerza terminó por dejarme sin energía, cansado, eso ocasiono que me desmayara y perdiera totalmente el conocimiento.

La policía recibió un reporte de un asesinato. La víctima era un hombre, jefe de una agencia de viajes a quien lo habían matado con el golpe de una silla; era él, la ley iba tras su pista. Los uniformados llegaron hasta la casa del asesino, donde la gente, vecinos del mismo lugar ya se encontraban ahí; mencionaron a los policías todo lo que escucharon dando gracias por atender tan rápido al llamado. Los oficiales respondieron que se encontraban por otra razón pero que checarían datos de todo.

Al asomarse por la ventana frontal de la casa, se miraba a simple vista la enorme mancha de sangre que ya había aumentado por que la mujer se desangraba poco a poco, aunque por desgracia ya muerta. Policías comenzaron a tocar eufóricos la puerta de la casa, en eso el hombre se levantó, se miraba confundido al ver el cuerpo de su mujer tirado bañado completamente de sangre, corrió hacia otra habitación donde se perdió de vista, eso dio pauta a los oficiales para derrumbar la puerta con pistolas desenfundadas tras el asesino. Al llegar al cuarto el hombre  se acercaba  a los niños haciendo pensar a la policía que sus siguientes victimas serían los menores por lo que  abrieron fuego descargando todo el cartucho sobre un padre que preso por la locura trataba de  explicarse lo que había hecho e intentando calmar a sus hijos; cayó  al suelo, sin vida pues la locura y estrés lo hicieron morir en una pesadilla que  lo levantó de un sobre salto, ¿todo había sido un sueño? ¿Tendría que corregir aspectos en su vida?

Muchas preguntas están en mi cabeza en este momento en el que desperté a las cuales esta vez, sí tienen respuesta. No dejaré  caer a mi familia y trabajar más duro para salir adelante, esta gran pesadilla me ha ayudado para salir adelante.


FIN




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